sábado, 22 de septiembre de 2012

Jean Moréas



(Seudónimo de Joannis Papadiamantopoulos; Atenas, 1856 - París, 1910) Poeta griego de expresión francesa. De ilustre familia griega, terminados los estudios clásicos hizo un viaje de instrucción por Europa y se estableció en París en 1877, para asistir a la Facultad de Leyes.
Apasionado por los poetas franceses desde la infancia (por obra, como él mismo dice, de su hábil institutriz, ya que en su primera colección de poesías,Víboras y tortolillas, cinco composiciones estaban escritas en lengua francesa), comenzó inmediatamente a frecuentar los ambientes literarios de la capital y ejerció una Influencia decisiva en la formación de la corriente simbolista y en su transformación en verdadera y auténtica "escuela". Publicó él mismo, el 18 de septiembre de 1886, el "Manifiesto del Simbolismo", en el que condenaba las descripciones frías y la tiranía formal de los parnasianos, y propugnaba la búsqueda de imágenes sugerentes.
Los primeros volúmenes de versos, de 1884 a 1886,Les Syrtes y Les cantilènes, reflejan la influencia de Baudelaire, pero sobre todo la de Verlaine. Poco después, sin embargo, bien por un detenido examen de su espíritu estudioso, bien por la influencia de las ideas del viejo Banville, fue evolucionando hacia un tipo de poesía que pretendía hacer revivir la antigua tradición francesa, y, a través de ella, una especie de delicado y refinado clasicismo decadentista.
Así nació la "École romane", de la que él mismo publicó el "Manifiesto" en 1891, y que ejerció vasta influencia sobre la poesía hasta los primeros decenios del siglo actual: de tal escuela surgió, en efecto, Henri de Régnier; no le fue ajeno ciertamente el clasicismo decadente de D'Annunzio, y de ella, con seguridad, aparte del verbo de Mallarmé, sacó inspiración Paul Valéry. Siguiendo esta nueva inspiración, y con un estilo delicadamente arcaizante, publicó las colecciones El peregrino apasionado (1891),Eriphile (1894), Silves (1894), Silves nouvelles (1894) y Enone au clair visage (1898).


‘No digáis’, de Jean Móreas

No digáis que la vida es un festín alegre;
Lo dice un alma tonta o bien un alma baja.
No digáis sobre todo: es desdicha sin fin;
Lo dice un alma débil que temprano se cansa.
Reíd como las ramas en primavera agítanse,
Llorad como los vientos o la ola en la playa,
El placer y el dolor padeced y gozad; y decid:
Es mucho todo esto y es la sombra de un sueño.