sábado, 3 de noviembre de 2012

FRANCISCO DE LA TORRE



FRANCISCO DE LA TORRE 
(¿1534 - 1594?)
Nació en Torrelaguna, Madrid. Estudió leyes canónicas en Alcalá de Henares. Antes de un viaje a Italia, a donde había ido como militar, se había enamorado locamente de Filis. De regreso, la encontró casada con un viejo adinerado que, irónicamente, había sido mecenas del poeta. Profundamente desilusionado, se retiró a las orillas del Duero. Vivió paupérrimamente y sin olvidarse de su pasión por Filis. Parece ser que, al final, se hizo sacerdote.

El tema principal de su poesía es el amor. Su poesía se caracteriza por los siguientes rasgos: delicadeza en el tratamiento del tema, ternura inefable, sencillez en la expresión y viva fantasía. Posee un tono triste y melancólico, fácil de reconocer. A este tono se une un sentimiento de resignación nostálgica.

Sus modelos fueron sobre todo los clásicos latinos y los renacentistas italianos. Luchó contra el incipiente culteranismo. Sus obras fueron publicadas por primera vez por Francisco de Quevedo quien, al hacerlo, cometió un error: en lugar de escribir el nombre de Francisco, lo sustituyó por el de Alonso. Pero pronto Lope de Vega desmintió el error.


Soneto 15


Noche, q[ue], en tu amoroso y dulce oluido,
escondes y entretienes los cuydados
del enemigo día, y los passados
trabajos recompensas al sentido.

Tú, que de mi dolor me has conduzido
a contemplarte y contemplar mis hados,
enemigos agora conjurados
contra vn hombre del cielo perseguido,

assí las claras lámparas del cielo
siempre te alumbren y tu amiga frente
de veleño y ciprés tengas ceñida.

Que no vierta su luz en este suelo
el claro Sol, mientras me quexo ausente
de mi passión. Bien sabes tú mi vida.

Soneto 16


Quantas estrellas tiene el firmame[n]to,
la selua flores y el Euxino arenas,
tantas y más son, Títiro, mis penas,
si yo me entiendo con el mal que siento.

Bien es que la ocasión de mi torme[n]to
tiene principio de las más serenas
lumbres del cielo; mas de dos agenas
voluntades jamás viene contento.

Vos que miráis del puerto la torme[n]ta
y descubrís en su rigor el claro
norte que os hizo descubrir la tierra,

mirad mi luz, a quien el cielo auaro
con turbias nubes cubre, porque sienta
quánto mal haze, si vna vez se cierra.

Soneto 17


Solo, y callado, y triste, y pensatiuo,
huyo la gente, con los ojos llenos
de dolor y de llanto, los serenos
ojos huyendo que me tienen viuo.

Allá queda mi espíritu cautiuo
penando su passión; y ellos, agenos
de su primero amor, los bellos senos
humedecen, llorando su hado esquiuo.

Yo, que aguardé la luz de su belleza,
dentro del alma lleua el golpe fiero,
y allí me sigue donde voy su ira.

Gra[n] bie[n] quito a mis ojos; y el primero,
por quien llora mi alma su dureza,
es ver la pena que en su rostro mira.