sábado, 19 de mayo de 2012

Íñigo López de Mendoza Marqués de Santillana


(1388 – 1458)
  Don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, nació en Carrión de los Condes, Palencia, en 1388. Fue hijo de don Diego Hurtado de Mendoza y de doña Leonor de la Vega, dama inteligente y rica. Al morir su padre, el pequeño Iñigo quedó al cuidado exclusivo de su madre y de su abuela. Joven todavía, se casó con doña Catalina de Figueroa
 Como los grandes caballeros de su tiempo, tomó parte en la política de aquella época, unas veces al lado del rey Juan II de Castilla y otras contra él. Fue partícipe en varias batallas y, por su esfuerzo en la contienda de Olmedo, obtuvo los títulos de Marqués de Santillana y conde de Manzanares, merecidos títulos concedidos por el rey. Más tarde se retiró a su  palacio, ubicado en Guadalajara, en donde falleció en 1458.
 Era el Marqués de Santillana, además de buen político y guerrero, fue muy culto. Poseía una de las mejores bibliotecas de su tiempo. Se le puede considerar como el primer poeta del siglo XV. Gran vate, muy conocido sobre todo por sus encantadoras serranillas, dezires y canciones, o sea, por poesía de arte menor. Es aquí en donde mejor se puede observar su gran inspiración poética, la sencillez y el encanto inimitables de este poeta castellano.
 Sus principales obras son La comedieta de ponza, Bías contra fortuna, sus Proverbios y los numerosos sonetos al estilo italiano.

Serranilla

Moça tan fermosa
Non vi en la frontera,
Como una vaquera
De la Finojosa.
Faciendo la vía
Del Calatraveño
A Sancta María,
Vencido del sueño
Por tierra fragosa
Perdí la carrera,
Do vi la vaquera
De la Finojosa.
En un verde prado
De rosas e flores,
Guardando ganado
Con otros pastores,
La vi tan graciosa
Que apenas creyera
Que fuese vaquera
De la Finojosa.
 Non creo las rosas
De la primavera
Sean tan fermosas
Nin de tal manera,
Fablando sin glosa,
Si antes sopiera
D’aquella vaquera
De la Finojosa.
Non tanto mirara
Su mucha beldat,
Porque me dexara
En mi libertat.
Mas dixe: «Donosa
(Por saber quién era)
¿Dónde es la vaquera
De la Finojosa?...»
Bien como riendo,
Dixo: «Bien vengades;
Que ya bien entiendo
Lo que demandades:
Non es desseosa
De amar, nin lo espera,
Aquessa vaquera
De la Finojosa».