sábado, 8 de octubre de 2011

Luis Cernuda







Estudió derecho en su ciudad natal bajo la dirección de Pedro Salinas, de quien fue discípulo y quien orientó, asimismo, sus primeros pasos de poeta. De su inicial inclinación a la soledad y al nihilismo evolucionó hacia una actitud de íntima y acogedora espiritualidad. Así, los poemas "Atardecer en la catedral" y "La visita de Dios" señalan, según J.M. Valverde, "el término de la evolución de un ambiente español, desde un ideario exquisito y minoritario hasta una emoción a la vez religiosa y socialmente humana".
En diferentes momentos de su vida dio clases de español en la universidad de Toulouse, en Inglaterra y en Estados Unidos. Sus primeras obras marcan un itinerario que desembocó en una estrecha afinidad con los poetas surrealistas. Esta etapa, que dio comienzo con Perfil del aire (1927) y Égloga, elegía, oda(1928) logra su mayor expresión y madurez en Un río, un amor (1929) y Los placeres prohibidos (1931), libros en los que ya se muestra, en todo su esplendor, un Cernuda enamorado y rebelde, orgulloso de su diferencia.
En sus volúmenes siguientes arraigó con originalidad y dominio la tradición romántica europea: Donde habite el olvido (1934), Invocaciones (1935). Los títulos que aparecieron a partir de este momento, más los ya publicados, fueron engrosando su obra poética completa bajo el sugestivo rótulo de La realidad y el deseo (1936); en 1964 se publicó póstumamente la edición número cuarenta.
Cernuda, que tras la contienda civil española conoció el exilio del que jamás volvió, emprendió, bajo la influencia directa de la poesía anglosajona, un período en el que su obra poética se hace autobiografía y reflexión. Residente en Gran Bretaña, Estados Unidos y, por último, México, publicó sucesivamente, entre otros libros, Las nubes (1940),Como quien espera el alba (1947), Vivir sin estar viviendo (1949), Con las horas contadas (1956) yDesolación de la Quimera (1962).
La obra del autor ha sido objeto de numerosos estudios en muchos países. Tal vez quien más y mejor se haya aproximado a su sentido más genuino y profundo sea el mexicano Octavio Paz, que en un breve ensayo dedicado a su figura, escribe sobre el sentido de la palabra deseo en los trabajos del poeta: "Con cierta pereza se tiende a ver en los poemas de Cernuda meras variaciones de un viejo lugar común: la realidad acaba por destruir al deseo, nuestra vida es una continua oscilación entre privación y saciedad. A mí me parece que, además, dicen otra cosa, más cierta y terrible: si el deseo es real, la realidad es irreal. El deseo vuelve real lo imaginario, irreal la realidad".
Pero además de poeta, Cernuda fue también un excelente prosista. Toda su obra recopilada tras su muerte por los estudiosos Derek Harris y Luis Maristany, se puede encontrar en el volumen Prosa completa (1975), en el que, entre otros títulos, aparecen Variaciones sobre tema mexicano (1952),Ocnos (1942) y Estudios sobre poesía española contemporánea (1953)





EL VIENTO Y EL ALMA

Con tal vehemencia el viento
viene del mar, que sus sones
elementales contagian
el silencio de la noche.

Solo en tu cama le escuchas
insistente en los cristales
tocar, llorando y llamando
como perdido sin nadie.

Mas no es él quien en desvelo
te tiene, sino otra fuerza
de que tu cuerpo es hoy cárcel,
fue viento libre, y recuerda.




DONDE HABITE EL OLVIDO 

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.