lunes, 5 de septiembre de 2011

JOSE ANGEL BUESA






José Ángel Buesa
( 1910 - 1982 )
José Ángel Buesa es sin dudas el poeta cubano de mayor aceptación y divulgación del siglo XX. Sus poesías demuestran un amor de fervor apasionado no común después de los modernistas. Le canta a la vida y al romance, y todo en su lírica es un ensueño, según sus lectoras.

El público no le despreció jamás y sus producciones siempre recibieron calurosa acogida. Sus poemarios gozan de un alto número de ediciones y aun se continúan reimprimiendo, y desapareciendo de las bibliotecas públicas.

Nacido en Cruces, Las Villas, Buesa le dedicó su vida a su poesía. Murió exiliado en la República Dominicana donde durante sus últimos años sirvió de profesor de literatura en la Universidad Pedro Henríquez Ureña.



Tardíamente, en el jardín sombrío,
tardíamente entró una mariposa,
transfigurando en alba milagrosa
el deprimente anochecer de estío.

Y, sedienta de miel y de rocío,
tardíamente en el rosal se posa,
pues ya se deshojó la última rosa
con la primera ráfaga de frío.

Y yo, que voy andando hacia el poniente,
siento llegar maravillosamente,
como esa mariposa, una ilusión;

pero en mi otoño de melancolía,
mariposa de amor, al fin del día,
qué tarde llegas a mi corazón...

Ya era muy Viejecita
Ya era muy viejecita... Y un año y otro año
se fue quedando sola con su tiempo sin fin.
Sola con su sonrisa de que nada hace daño,
sola como una hermana mayor en su jardín.
Se fue quedando sola con los brazos abiertos,
que es como crucifican los hijos que se van,
con su suave manera de cruzar los cubiertos,
y aquel olor a limpio de sus batas de holán.
Déjenme recordarla con su vals en el piano,
como yéndose un poco con lo que se le fue;
y con qué pesadumbre se mira la mano
cuando le tintineaba su taza de café.
Se fue quedando sola, sola... sola en su mesa,
en su casita blanca y en su lento sillón;
y si alguien no conoce que soledad es esa,
no sabe cuánta muerte cabe en un corazón.
Y diré que en la tarde de aquel viernes con rosas,
en aquel "hasta pronto" que fue un adiós final,
aprendí que unas manos pueden ser mariposas,
dos mariposas tristes volando en su portal.
Sé que murió de noche. No quiero saber cuándo.
Nadie estaba con ella, nadie, cuando murió:
Ni su hijo Guillermo, ni su hijo Fernando,
ni el otro, el vagabundo sin patria, que soy yo.