martes, 5 de enero de 2016

Noche de reyes Autor: JUAN ESCRIBANO DUEÑAS

Con los pies amoratados 
por los fríos y la escarcha,
un imberbe zagalillo
con expresiva mirada,
observa, callado y triste,
desde el rincón de una plaza,
el desfile de Los Reyes,
alegría de la infancia,
donde los niños dibujan
un mosaico de esperanzas.
Pero el chavalillo siente
en los salones del alma,
fiestas de ilusiones rotas,
con sabor a hierbas amargas,
y es que esa noche no espera
ni el eco de unas palabras,
que consuelen la tristeza
que a su corazón le embarga.
Cuando cesó el griterío,
y fue reinando la calma,
el huérfano, en su rincón,

bebió , de un trago, sus lágrimas.
Al cruzar una calleja,
sobre el tronco de una acacia,
un cachorro de mastín
como un peluche de lana,
aterido por el frío
parecía que lloraba,
su ladrido era un lamento
de esos que llegan al alma,
cuando la esencia está limpia
y, en el corazón, la infancia.
Acercándose al cachorro,
el chavalillo, con maña,
chascando sus dedos, dice:
" Ven, ven aquí, ¿ qué te pasa?
¿ Que mal judas te ha dejado
abandonado en la escarcha?"
Los ojillos del mastín
parecían dos bengalas,
iluminando en la noche,
las manos que lo llamaban.
El muchacho entre susurros
entonaba sus palabras,

como quien canta un bolero
en una noche estrellada:
" Desconociendo tu nombre,
cuando lleguemos a casa,
con un hisopo de plumas,
y un cacharrillo de lata
como pila de bautismo
y, sin darle, ni importancia,
te pondré por nombre "Duque"
y que nos toquen la gaita.
" Mañana, mañana mismo,
en medio de esta explanada,
cuando los chavales saquen
sus juguetes a la plaza,
yo le diré a todo el mundo
que Dios recogió mis lágrimas,
! Y me han dejado los Reyes
un mastín de hispana raza !
Y que se quede la gente,

con su sonrisilla falsa,
y el sacristán en la iglesia
encienda todas las lámparas,
como el Día del Señor,
con repique de campanas..."