lunes, 16 de septiembre de 2013

No perdamos el tiempo. Gloria Fuertes

Si el mar es infinito y tiene redes,
si su música sale de la ola,
si el alba es roja y el ocaso verde,
si la selva es lujuria y la luna caricia,
si la rosa se abre y perfuma la casa,
si la niña se ríe y perfuma la vida,
si el amor va y me besa y me deja temblando 
¿Qué importancia tiene todo eso,
mientras haya en mi barrio una mesa sin patas,
un niño sin zapatos o un contable tosiendo,
un banquete de cáscaras,
un concierto de perros,
una ópera de sarna?
Debemos inquietarnos por curar las simientes,
por vendar corazones y escribir el poema
que a todos nos contagie.
Y crear esa frase que abrace todo el mundo;
los poetas debiéramos arrancar las espadas,
inventar más colores y escribir padrenuestros.
Ir dejando las risas en la boca del túnel
y no decir lo íntimo, sino cantar al corro;
no cantar a la luna, no cantar a la novia,
no escribir unas décimas, no fabricar sonetos.
Debemos, pues sabemos, gritar al poderoso,
gritar eso que digo, que hay bastantes viviendo
debajo de las latas con lo puesto y aullando
y madres que a sus hijos no peinan a diario, 
y padres que madrugan y no van al teatro. 
Adornar al humilde poniéndole en el hombro nuestro verso; 
cantar al que no canta y ayudarle es lo sano. 
Asediar usureros y con rara paciencia convencerles sin asco. 
Trillar en la labranza, bajar a alguna mina; 
ser buzo una semana, visitar los asilos, 
las cárceles, las ruinas; jugar con los párvulos, 
danzar en las leproserías
Poetas, no perdamos el tiempo, trabajemos, 
que al corazón le llega poca sangre.