jueves, 19 de abril de 2012

Vicente Aleixandre Merlo



(1898-1984)
Poeta sevillano perteneciente a la llamada " generación del 27", que obtuvo el premio Nacional  de Literatura en 1933.Aunque no militaba en ningún partido político, al estallar la guerra civil prestó apoyo a la causa republicana , suscribiendo, en unión de otros escritores , dos manifiestos de la Alianza de Intelectuales Antifascistas , uno de ellos en protesta por los bombardeos de que era victima Madrid y el otro estimulando a la población civil a la resistencia (".... El fascismo prepara una nueva y más cruel batalla a nuestras puertas . Todas las energías, el torrente de heroísmo que hizo a nuestra ciudad inexpugnable el glorioso 7 de noviembre  , han de ser movilizadas de nuevo y con el mismo ímpetu de entonces  ....El triunfo de nuestra causa es el triunfo de la cultura ...")
Colaborador de la revista El mono azul , donde publicó , entre otros trabajos , " El romance del fusilado " y "El miliciano desconocido " . Al terminar la contienda opto por quedarse en Madrid, adoptando una actitud de silencio total , de "exilio interior ", como el mismo la califico , prohibiéndose durante algunos años , por algunas autoridades vencedoras , la circulación publica de sus obras . En 1962 protesto públicamente- en unión de otros intelectuales - contra los métodos represivos y autoritarios que entonces imperaban en el país . Autor, entre otros libros, de  Espadas como labios , Pasión en la tierra , La destrucción o el amor, Sombra del paraíso,  Historia del corazón.
Miembro de la Real Academia Española .Premio Nobel de Literatura en 1977

  El Lazarillo y el mendigo

El lazarillo
   ABUELO, ya es inútil. No avanzo más. El
      día
cae y la noche me asusta por esos campos
   crudos.
Tampoco vos sois de fiar. La noche
es pícara y guarda a veces un puñal silencioso
mientras ríen sus luces.
Mi padre era belitre, pero yo no soy hijo
de nadie. Nací y abrí los ojos,
y la noche reinaba. Ni madre tuve, creo.
El Mendigo.
   Calla. No tientes al demonio: hijo del sol,
criatura hermosa que a oscuras busco, y creo.
Tú eres hijo de nadie. Vamos: ¡en marcha!

El Lazarillo.
                                                        Río
si creéis que marchando yo os sigo. Allí la
   luna
sangrienta hace su signo, y conozco. Hijo del
   sol,
demonio: como queráis. Que él os acorra y 
   guíe.
Que yo soy chico, busco otra luz, y a solas
   pienso.
Nadie me enseñó nada. Sólo la luz y el cielo,
o el agua y esos montes, o esas breñas o abajo,
el arenal. Un largo día he vivido. Roí
un duro pan. Mamé del suelo.

Comí a veces frío sólo
cuando vi amanecer en el quicio, y aprendí
a estar antes que a ser. Pues, ¿fui? Lo dudo.

El Mendigo.
   Hijo de tal. Me río yo también, bestia chica
Podrido estás, y bien temprano. No creo, Creer
   es dar,
y por eso no creo.
Pero tú eres muy joven, y el oficio
del joven es creer. Yo creí mucho tiempo.
Bregué con luces negras, creyendo. Con luces
   rojas,
creyendo aún. Con luces amarillas

cuando ya descreído.
Hoy creo en el demonio,
que es la duda absoluta, Hijo del sol le sé,
porque no creo en la noche.
Pero tú... Tú ni existes. En ti no creo: Estoy 
solo.

El Lazarillo.
   ¿Solo? Contra esa piedra no embestiste
      porque yo estoy.
¡Existo!

El mendigo
   Pero la soledad es mi certeza. Y creo,
hijo del sol, dueño mío, mi esperanza absoluta.
Mi destrucción amante bajo el sol espesísimo.
Creo, creo.

El Lazarillo.
   Tú gritas, pero no te conozco. No seguiré:
      estás solo.

Menudo soy, pero mi frente roza
otras estrellas prometidas. Bebo,
bebo esa luz y aguardo. siento crecer mi carne,
estirarse mi cuerpo, cumplirse poco a poco
mi realidad completa que está en mí y en mí
   espera.
Soy un niño creciendo, maravillosamente
incrustado en la luz, pues que soy, pues que
dudo.
Sólo quien duda existe.

El Mendigo.
   Creo, pues que dejé de creer milenios hace.
Dueño mío, temeraria prisión del pensamiento,
arrecife donde quiebro mis huesos en las noches
   feroces.
Salud que es estertor. Creo, creo. Mi amor
   único y ciego
donde acabo y me tienes. Hijo del sol hermoso,
imagen de la vida. Creo, creo y te aguardo,
en mí estoy y termino.

Destrucción, tú me has hecho.

El Lazarillo.
   Nada sé, nada espero. Pues lentamente
      crezco y miro y abro
mis ojos. dudo, hermoso confín que se dibuja.
Dudo, azul increíble.
Dudo, cóndor del aire, fuego de voz, censura.
Dudo, clamor o muro. dudo, mientras siento
   tus besos.
Oh, realidad, porque dudo en ti crezco.

El mendigo.
   Solo estoy. ¿No me escuchas, hijo de tal?
¿Te has ido?
Si aún estás, dame mano. Ayúdame. te espero.

El Lazarillo.
   Sólo la luna es fría. Soledad de estos huesos
Siento la luz viviéndome. Si no sé, yo palpito.
Tocan mis pies las aguas y mis labios el fuego.
Solo estoy. Pues no creo. Pues dudé, vivo cierto.

El mendigo.
En esta luz total estoy, y existo.

El Lazarillo.
   La duda
despierta en mi corazón cuando despierto
y amo. Amo porque no sé.

El mendigo.
                      Porque sé, ya me duermo.
             (De Diálogos del conocimiento.)