sábado, 20 de noviembre de 2010

Raúl González Tuñón

Argentino Argentina Raúl González Tuñón

1905 - 1974 

Raúl González Tuñón nació en Buenos Aires el 29 de marzo de 1905.Poeta argentino. Participó de la vanguardia literaria argentina de la década de los años 1920 y viajó luego a Europa. Vivió en París y en Madrid, ciudades en las que hizo amistad con poetas como Robert Desnós, César Vallejo, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Federico García Lorca y Pablo Neruda. Su obra se inicia con "El violín del diablo", que publicó en Buenos Aires en 1926, a los 21 años. En esa época, colaboró con la revista Martín Fierro, en la que también escribieron Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Francisco Luis Bernárdez, Leopoldo Marechal, Macedonio Fernández y Eduardo González Lanuza, entre otros. La revista solía polemizar burlonamente con el llamado grupo de Boedo, que agrupaba a los escritores identificados con la literatura social, quienes a su vez denominaban a sus colegas de "Martín Fierro" como el "grupo de Florida". Siendo Boedo un barrio entonces proletario y Florida la calle elegante de esa época, los polos de la polémica eran más políticos que literarios. González Tuñón mantuvo relaciones cordiales también con el grupo de Boedo, especialmente con el poeta Nicolás Olivari.
En 1928, y poco antes de embarcarse rumbo a Europa, González Tuñón publicó "Miércoles de ceniza". Ya en París, escribió uno de los libros considerados fundamentales en su obra: "La calle del agujero en la media", publicado en 1930. Poco más tarde, en 1936, publica otro de sus libros clave, "La rosa blindada", inspirado en un levantamiento minero en la provincia española de Asturias.
Afiliado al Partido Comunista de la Argentina, Tuñón mantuvo siempre una relación de prudente distancia, no pocas veces tensa, con las estructuras partidarias.
Entre sus poemas que aludían a viajes, barrios de París y de Buenos Aires, pueblos de la Cordillera de los Andes o de la Patagonia, personajes de circo, lugares lejanos, tugurios extraños, marineros, hampones o contrabandistas, distinguió los que llamaba "poemas civiles", referidos a acontecimientos políticos y sociales.
Juancito Caminador, un personaje inspirado en un artista de circo y en una marca de whisky (Johnny Walker) se convirtió en un alter ego literario del autor.
González Tuñón fue también periodista. Trabajó en el diario "Crítica", un vespertino de los años 1920 y 30, de marcado tinte sensacionalista, pero que reclutó a notables escritores de la época (entre ellos Borges y Roberto Arlt), y en el diario "Clarín", donde escribió crítica de artes plásticas y crónicas de viajes.

Influyó decisivamente en la cultura argentina de los años cincuenta y sesenta y es considerado uno de los fundadores de una corriente moderna de poesía urbana. Póstumamente se han publicado "El banco en la plaza" y "Los melancólicos canales del tiempo". Tuñón murió el 14 de agosto de 1974.



poema El Entierro Del Títere de Raúl González Tuñón


Con narices de trapo
coloradas de frío
y el corazón de estopa
saliéndoles del pecho
condujeron al títere
que en la carpa velaron
envuelto en blanca ropa
a su último lecho
del fondo del baldío
los títeres hermanos.
Detrás con su sombrero
de ceremonia oscuro,
la cara de cabrero
y la espalda encorvada
de inviernos y de apuros,
iba el Titiritero.
Allí quedó el fantoche
al fondo del baldío
entre salvajes rosas
y juguetes perdidos.
Lloverá por la noche
y al alba habrá un charquito
de agua junto a él,
bordeando la fosa.
Vendrá un niño y pondrá
su barco de papel.
Rosas: ¡Lloren por él!

Poema El Poeta Murió Al Amanecer de Raúl González Tuñón


Sin un céntimo, solo, tal como vino al mundo,
murió al fin en la plaza frente a la inquieta feria.
Velaron el cadáver del dulce vagabundo
dos musas: la esperanza y la miseria.
Fue un poeta completo de su vida y su obra,
escribió versos casi celestes, casi mágicos,
de invención verdadera
y como hombre de su tiempo que era
también ardientes cantos y poemas civiles
de esquinas y banderas.
Algunos, los más viejos, lo negaron de entrada.
Algunos, los más jóvenes, lo negaron después.
Hoy irán a su entierro cuatro buenos amigos,
los parroquianos del Café,
los artistas del circo ambulante,
unos cuantos obreros,
un antiguo editor,
una hermosa mujer
y mañana, mañana,
florecerá la tierra que caiga sobre él.
Deja muy pocas cosas, libros, un Heine, un Whitman,
un Quevedo, un Darío, un Rimbaud, un Baudelaire,
un Schiller, un Bertrand, un Becquer, un Machado,
versos de un ser querido que se fue antes que él,
muchas cuentas impagas, un mapa, una veleta
y una antigua fragata dentro de una botella.
Los que le vieron dicen que murió como un niño.
Para él fue la muerte como el último asombro:
tenía una estrella muerta sobre el pecho vencido,
y un pájaro en el hombro.